La Semana Santa de Carcabuey en la historia
«Evolución de la Semana Santa de Carcabuey, desde sus orígenes a cómo la conocemos hoy en día»
Con la finalización de la campaña de aceituna llega de nuevo a Carcabuey la vida, y con los primeros signos de la primavera nuestro pueblo despierta de su letargo invernal con la llegada de los “rebaña orzas” como cariñosamente conocemos a nuestros paisanos que viven fuera y nuestros familiares que regresan por vacaciones y fechas señaladas.
Nos lo recuerda el dicho de “altas o bajas, abril son pascuas”, llega el mes en que los naranjos perfuman las calles con olor a azahar y los vecinos van encalando sus casas y preparando sus balcones con flores para disfrutar de la belleza de esas estampas que quedarán en nuestras retinas.
La Semana Santa carcabulense se configuró durante los siglos XVI y XVII, cuando se llevó a cabo la construcción de las iglesias que tenemos en nuestro pueblo; aunque la primera noticia de la existencia de una iglesia en Carcabuey se menciona en el testamento de Rui Diaz de Berrio en 1383, es en el siglo XVI, cuando comienzó la construcción de nuestra Iglesia Parroquial, que durará hasta el año 1780, dos siglos después, que es cuando por fin quedó terminada. También se llevará a cabo durante este tiempo la construcción de las ermitas de nuestro pueblo, e incluso el culto se traslada varias veces a la Iglesia de San Marcos.
Tras la culminación de las citadas construcciones, se procedió a la dotación de retablos, imágenes y orfebrería, siendo algo fundamental la pertenecía de Carcabuey a la autoridad eclesiástica de la Abadía de Alcalá la Real, dada su relación con Granada y los imagineros de dicha escuela, de modo que varias obras del reconocido escultor Alonso de Mena, terminarán en nuestro pueblo. Una de las más reconocidas hoy en día es el Crucificado de cuatro clavos, tal vez una de sus primeras obras, de 1616, y otra gran talla como la del Cristo de Ánimas.
Las cofradías más antiguas de las que se tiene constancia, son la de la Vera Cruz, o la del Nazareno fechada en 1653, en estos años se representan diferentes actos o ceremonias, como el de la presentación, el encuentro en el Calvario entre Jesús y la Virgen, el “Consejito”, o la ceremonia del descendimiento, con un Cristo articulado que se puede colocar sobre la cruz o en la urna del entierro. Dichos actos fueron prohibidos en el siglo XVIII, aunque en Carcabuey pervivieron en el tiempo, llegando hasta nuestros días el tradicional “Consejito” que se realiza en la mañana del Viernes Santo en la primera vereda del Calvario de Carcabuey.
En el año 1874 la jurisdicción eclesiástica de Carcabuey pasa a la diócesis de Córdoba, y nuestra Semana Santa pasará años de apogeo y decadencia durante los siglos XIX y XX, coincidiendo con los años anticlericales de las Repúblicas, o con el brillo existente durante el apoyo en la época de la dictadura de Primo de Rivera donde destaca la procesión del entierro, por la gran concurrencia de público, las autoridades, cofradías, la banda de música, e incluso un piquete de la Guardia Civil de caballería escoltado por otro de infantería. Tras la Guerra Civil con la dictadura de Franco, a las ya consolidadas cofradías del Nazareno y La Virgen de los Dolores, se les une la del Cristo de Ánimas, que procesionará la gran obra de Alonso de Mena.
El cura lucentino D. Antonio Moreno Rojano, importará las normas de costalería y vestimenta de la santería de Lucena, caracterizada por una especie de hábito largo al que acompañaba un gorro un tanto especial. Tras este periodo llegará otra época de decadencia durante los años sesenta y setenta en los que la emigración hace mella en nuestra población y los desfiles procesionales concentrados en jueves y viernes, van decayendo en cuanto a organización y orden estético, con cuadrillas de costaleros disparejas, sin importarles el reparto del peso según la estatura, que entra y salen de su lugar en las andas y son sustituidos por personas del público para relevarlos en su labor.
Eran años en los cuales la Semana Santa de Carcabuey era bastante caótica e incluso tenía visos de desaparecer, tan sólo mantenida en este caso por un pequeño grupo de valientes entre los cuales destacaban los Hermanos Mayores, que tenían asumido que esa era una carga familiar, llevada con honor, dignidad y por su puesto muchísimo trabajo.
En la década de los ochenta del siglo XX, tras aquella diáspora carcabulense hacia las grandes ciudades, algunos vuelven a su querido pueblo o sienten la necesidad de mantener contacto con sus raíces y preparan casa o rehabilitan la casa familiar. La Semana Santa es ese momento propicio para visitar a los familiares y reencontrarse con amigos, y revivir las tradiciones, como la imagen grabada en la memoria del encuentro en la Virgen y el Nazareno entre las encinas del calvario.
Durante los 30 años siguientes y coincidiendo con la incorporación de los más jóvenes y las mujeres a la Semana Santa se produce una revolución que conseguirá engrandecer y dignificar nuestros desfiles procesionales.
Nuevas andas, nuevos mantos, penitentes con hábito y capirote para acompañar a sus titulares, jóvenes costaleros organizados en cuadrillas y con ganas de impulsar una sana competición para engrandecer a sus hermandades, la creación de bandas propias para dar vistosidad y empaque a nuestra Semana Santa, todo esto hará que la Semana Grande de Carcabuey crezca imparablemente.
En 1995 se funda la Hermandad de La Borriquita, con la imagen adquirida por la Agrupación de Cofradías, dicha hermandad aglutinará a los más pequeños que serán la cantera del futuro y empezarán su andadura el Domingo de Ramos.
La Semana Santa va creando una estructura con un Pregón y una revista desde el año 1983, un cartel anunciador, y una semana de procesiones, que se completará con la procesión del Cristo de San Marcos, por las veredas del Calvario, en la noche del Lunes Santo entre la luz de las antorchas y la presencia de la luna.
El Martes Santo el turno es para un Cristo Cautivo sevillano, que recorre las calles de nuestro pueblo con un genuino estilo con paso corto y acompañado de los sones de su agrupación musical.
La madrugada del Miércoles Santo al Jueves Santo, estará reservada para el Cristo de Ánimas, la magnífica talla de Alonso de Mena, que tradicionalmente procesiona desde la pequeña Ermita de San Marcos con su salida a través de la recoleta Plaza de San Marcos, que congrega a un público en completo silencio, para respetar el luto y recogimiento en el que procesiona este crucificado.
Quedan los días en los que tradicionalmente se concentraban todas las procesiones de nuestro pueblo reservados, para las procesiones de la Virgen de los Dolores y San Juan Evangelista el Jueves Santo, y el Viernes Santo para la Hermandad del Nazareno que realizará su tradicional “Consejito” con la imagen de la Virgen Nazarena, incorporada a la Semana Santa por la Agrupación de Cofradías, para que cada hermandad tuviera su día de procesiones, cerrando con el Santo Entierro una Semana Santa completa digna de ser visitada y que es fruto de todo un pueblo.